Haciendo memoria

Al escuchar que Mario se encontraba bien, Luisa se sintió tranquilizada, pero no pasó por alto el hecho de que él no hubiera querido, en ese momento, hablar con ella.

—Me dijo que estaba ocupado con los niños —dijo la señora Amaya—. Pero que te llamaría más tarde. Ahora sí, cuéntame cómo les fue anoche.

Aunque Luisa intentó simular su consternación con una sonrisa, lo cierto era que no había quedado convencida de que Mario estuviera ocupado con los trillizos, porque se suponía que Rebeca estaba con él, en la casa vacacional, para cuidarlos y si acaso era que estaba jugando o pasando el tiempo con ellos, era la oportunidad perfecta para habérselos pasado y que ella pudiera saludarlos.

«Algo no está bien y sé que, quizá, tiene que ver con Rebeca y la cita de Mario conmigo, ¿pero qué podría ser?», pensó Luisa antes de responder a la pregunta de la señora Amaya, contándole que se había decidido a darse una oportunidad con su anterior jefe.

—El señor Aristizábal es un hombre muy correcto y
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