Ella volvió a correr hacia la puerta, pero él la alcanzó de nuevo. La hizo girar y la recostó con fuerza contra la pared. Sin darle tiempo a gritar, la besó con ímpetu, aprisionándola con su cuerpo y abrazándola por completo. Victoria sintió su fuerza y su deseo desbordado. Andrés la besaba salvajemente; liberó una de sus manos y la deslizó debajo de su blusa, acariciando uno de sus pechos. Inmediatamente soltó la otra mano para acariciarlos ambos al mismo tiempo.
Victoria estaba confundida y aterrada; Andrés la estaba asaltando sexualmente, pero contra su voluntad, su cuerpo comenzaba a responder, causándole un placer que no deseaba sentir. Estuvo a punto de caer, pero Andrés, experto en dominar el momento, la sostuvo firmemente; la levantó sin dejar de besarla y la llevó hasta la cama. Allí cayeron juntos, entrelazados, mientras él continuaba besándola y tocándola, y ella luchaba internamente contra el placer que la embargaba.
Andrés le desgarró la blusa, dejando sus pechos al descu