__ No, no, así estoy bien. No quiero molestar.
__ No es molestia, Victoria, es una necesidad.
__ ¿Le sucede algo? —preguntó Victoria al ver que él movía la cabeza hacia los lados.
__ ¡Sí, tengo una molestia en el cuello!
__ Eso es causado por estrés. Podría darle un masaje.
__ ¿De verdad?
__ Sí, pero me tocaría ir hasta la habitación y traer un aceite que es especial para masajear.
__ No nos vamos a complicar; estamos en la cocina. Vamos a utilizar un aceite de cocina y ya.
__ ¡Eso es terrible! —rió Victoria. Andrés buscó un frasco de aceite de oliva y se lo pasó a ella para que le diera el esperado masaje.
—Acomódese y relájese.
Todo esto ocurría en la oscuridad, solo iluminados por las luces del patio. Victoria aplicó un poco de aceite en sus manos, las frotó la una contra la otra y se colocó detrás de Andrés. Ella se mantenía de pie, mientras que él estaba no tan cómodo en una silla del comedor de los empleados. Sus manos masajeaban con delicadeza el cuel