—¡Vete a la mierda, Andrés! Este, al escuchar esas palabras y al ver que ella no cambiaba de opinión, la tomó de las manos y la arrinconó contra la pared más cercana. La aprisionó con su cuerpo y se arqueó hasta colocar su cara muy cerca de ella. Andrés respiraba con fuerza y, poco a poco, apretaba cada vez más el cuerpo de Victoria. Así se mantuvo, observándola fijamente, mientras su corazón latía con más rapidez. Victoria no esperaba esa reacción de él; estaba demasiado cerca, era como si quisiera besarla o violarla por la forma en que la apretaba contra él. —¡Suéltela, o gritaré! Andrés, sin mirar de quién provenía esa voz, soltó a Victoria, pero no dejó de observarla. Victoria comenzó a llorar desconsolada. Rebeca, que se había dado cuenta de que Andrés no le quitaba los ojos de encima desde que la vio, y con cierto descaro y cinismo, dejó a las personas con las que estaba hablando y se acercó rápidamente hasta donde estaba ella.Estaba conversando con las damas de honor cuando v
Daniel no podía saber que Andrés conocía a Victoria y que ella era la cita que él mismo había buscado para él, y que, por supuesto, todo había salido mal. Victoria tomó el auto de su primo David y decidió ir en busca del ramo de rosas, acompañada de Daniel. Él, al ver a Victoria muy seria y pensativa, intentó alegrarla con sus chistes flojos, pero ella sonreía a medias. Él pensó que se debía al estrés que le generaba el trabajo de ese día. Victoria detuvo el coche frente a la floristería, bajó rápidamente y le pidió a Daniel que la esperara en el coche, pero él decidió acompañarla. __ ¡Daniel! —Andrés llamó a su hermano, mientras Victoria ya estaba dentro del local. __ ¿Hermano, tú también vienes en busca de las rosas? __ ¿Yo? ¡Sí, sí vine por las rosas! – Respondio Andrés. __ ¿Qué hace usted aquí? —preguntó Victoria al ver a Andrés. __ ¡Vine por las rosas! __ Ya las tengo, debo irme. —Victoria caminó hacia su auto, debía regresar cuanto antes al salón de eventos, a
—Es mejor que te abrigues, hace frío y aún ustedes no se van.Sin tener otra opción, Victoria aceptó a regañadientes ponerse la chaqueta del enemigo.Andrés, quien estaba en la camilla de enfrente, no dejaba de mirar la abertura en el vestido de ella. Pudo haberse rasgado cuando cayó al suelo. Esta abertura casi llegaba a su entrepierna, y ella, consciente de ello, intentaba cubrirse sin éxito. Lo sorprendió observando esa zona y, en ese instante, él levantó la mirada y se encontró con sus ojos grises. Ambos desviaron la vista al instante.Era mejor pensar en las miles de cosas que la gente podría estar diciendo sobre la cancelación de la boda, pensó Andrés mientras observaba su móvil, que recibía cientos de mensajes preguntándole qué había sucedido y por qué no se había casado.David llegó a la clínica junto con Bianca para buscar a Victoria, a quien ya le habían dado el alta. Al ver a su primo, ella se alegró. Se marcharon dejando a Andrés aún con el doctor que lo atendía. Victoria
Al día siguiente, Victoria le envió a Andrés un documento en el que detallaba los gastos de la boda. Además, le devolvería el dinero no utilizado. No quería deberle ni un peso a ese hombre ni a Brenda; ellos podían acusarla de robo.Andrés, sin embargo, no deseaba que le devolvieran el dinero. Le respondió que lo dejara como compensación por los daños causados, pero Victoria y David tomaron la decisión de devolverlo. No querían problemas por algo que no les pertenecía.La histeria, el llanto y los reproches eran el pan de cada día para Andrés. Brenda lo acusaba de haber huido de su propia boda, de dejarla sola para irse detrás de Victoria. Andrés, con el brazo en cabestrillo y sufriendo un gran dolor, trataba de evitarla. No la soportaba y prefirió refugiarse en casa de sus padres. Allí, además, estaría cerca de su hermano, quien acababa de recibir el alta médica.Daniel no estaba bien; estuvo a punto de perder la pierna, y su estado de salud seguía siendo delicado. La familia decidió
En la empresa, todo marchaba a la perfección. Su hermana Karoll era una mujer muy inteligente y, en ausencia de Andrés y Daniel, se encargaba de llevar las riendas del negocio.Después de mucho pensarlo, Andrés llamó a la recepcionista para preguntarle si Victoria estaba en la empresa. Al recibir una respuesta afirmativa, le pidió que la hiciera venir a su oficina.Victoria tenía un bolígrafo en la mano y, al escuchar la solicitud de la recepcionista, comenzó a juguetear con él, señal de estrés. Mientras se dirigía a la oficina de Andrés, pensaba: ¿Cómo se estaría sintiendo Brenda si su único sueño era casarse con un hombre millonario y no lo había conseguido?Tocó la puerta y entró cuando la invitaron a pasar.—¿Me necesita? —preguntó.Andrés, con la mirada fija en unos documentos, levantó la vista al escucharla.—Quiero disculparme por lo sucedido en el tocador. No fue mi intención, no soy ese tipo de hombre.—Está bien, disculpa aceptada. Si no hay más, debo volver al trabajo.—Mi
Daniel moría de ganas por ver a Victoria, pero ella le dijo que, por esos días, estaría muy ocupada con un trabajo que tenía que hacer y era de suma importancia para ella. Esto fue terrible para él, ya que deseaba verla por encima de cualquier cosa. Ella decidió complacerlo y le hacía videollamadas en las horas de la noche para contarle cómo era su día. __ ¡Quiero hacerte una invitación! Pero no sé cómo está tu pierna. __ Esto me gusta, voy a hablar con el doctor. ¿Y la invitación es...? __ ¡Es una sorpresa! __ Ok, me gustan las sorpresas.La semana de la publicidad había comenzado, y ya estaban las empresas listas para dar a conocer sus productos y servicios. Para Victoria, participar con la empresa de su padre fue un gran reto. Deseaba que su padre pudiera al menos conseguir un contrato con la firma china que vendría al país a expandir sus negocios. Eso significaba inversión de capital, ventas internacionales, y reconocimiento a nivel regional y mundial. Sería muy buen
Victoria, ahora nuevamente fuera de la empresa, continuaba trabajando con su primo. Aunque el negocio marchaba bien y había clientes, su verdadera pasión era la publicidad. Hacía pequeños trabajos en Dubái, pero no era lo que realmente deseaba. Extrañaba la empresa donde antes trabajaba: un ambiente profesional, de apoyo mutuo y momentos agradables con sus compañeros.Se recostó sobre el escritorio. Su teléfono vibró con la llegada de nuevos mensajes. Era Daniel. A veces sentía que ese hombre la asfixiaba y no le daba su espacio. Cerró los ojos por un momento y, sin darse cuenta, se quedó dormida.Unos golpes en la puerta la despertaron. Era la secretaria, quien le entregó un sobre con su nombre. Victoria lo abrió con curiosidad y, al leer su contenido, quedó en shock. Era una citación ante la fiscalía por el accidente en el que fallecieron Bella y su bebé de seis meses de gestación.¿Cómo era posible que, después de cuatro años, esa pesadilla volviera a atormentarla? Ella ya lo había
Al llegar al restaurante, Daniel ya estaba allí esperándola. Se apresuró a saludarla desde su silla, ya que no pudo levantarse por el dolor en su pierna. Esto lo apenaba en realidad. —¿Llevas mucho esperando? —Quise venir temprano. La puntualidad es un defecto. —No es un defecto, es algo bueno. Victoria se sentía muy bien al lado de Daniel. Tenían casi los mismos gustos, compartían la misma profesión, y él se veía muy correcto, decente y amable. Además, era un hombre guapo, pero no sentía nada por él, solo amistad. —Victoria, ¿quieres casarte conmigo? —dijo Daniel mientras reían por las tonterías que decían. —¿Qué? —¿Lo que oíste? ¡Quiero casarme contigo y ya! —¡Pero es muy pronto! —¡La vida es muy corta para desperdiciarse en soledad! —¡Qué cosas dices! ¡Yo no me siento sola! —Entonces, ¿si te casas conmigo? —No, no, mi respuesta es no. Eres muy intenso. —Cásate conmigo, no te voy a obligar a nada. Por ahora puedes vivir en tu casa y yo en la mía, y luego vemos qué ocur