La prueba de lealtad
Elena sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía que Víktor no era un hombre común, pero la forma en que había dicho “no hay marcha atrás” le heló la sangre.
Se obligó a mantener la compostura mientras lo seguía. Lo llevó por un pasillo más alejado del bullicio y entraron en una sala con iluminación tenue. Un grupo reducido de hombres esperaba dentro. Todos vestían trajes oscuros, con expresiones serias y posturas rígidas.
Víktor se acercó a la mesa central, donde había un par de copas de whisky servidas. Se sirvió una sin prisa, dejando que el silencio dominara la habitación antes de hablar.
—Sabemos que hay un traidor entre nosotros —dijo, con la calma de alguien que ya tenía el control de la situación—. Y esta noche vamos a averiguar quién es.
Elena sintió que su cuerpo se tensaba.
Los hombres se miraron entre ellos, y aunque ninguno habló de inmediato, la tensión en la sala se volvió más espesa.
—Las últimas operaciones se han visto comprometidas. Informac