De repente, Sergio recordó algo y, llorando, le preguntó a la doctora:
—¿Qué le pasó a Rosa? ¿Por qué estaba tan débil? ¡Se veía tan saludable! ¿Cómo es posible que haya muerto de repente?
La doctora suspiró resignada, sacó una hoja con un diagnóstico y se la entregó a Sergio.
—Rosa ya tenía graves problemas de salud. Hace tres años le diagnosticaron un tumor cerebral, pero lo mantuvo en secreto.
Temblando, Sergio tomó la hoja y, cuando vio la frase “tumor cerebral maligno avanzado”, su cara perdió todo su color habitual.
—¿Tumor… esto cómo puede ser?
—¿Cómo que Rosa tenía cáncer?
A la doctora se le notó la impotencia.
—Su tumor cerebral ya estaba en una etapa avanzada, no era posible curarlo. Donar un riñón aceleró su deterioro, y por eso falleció en la mesa de operaciones.
Sergio empezó a llorar cuando escuchó estas palabras.
Recordó cuando me desmayé en la sala de estar y me salió sangre por la nariz. Pero en ese instante, tanto él como Miguel pensaron que solo fingía estar enferma