Sergio quedó desconcertado.
Luego, con una gran sonrisa, me abrazó fuerte.
—Rosa, ¡eres la mejor!
—No te preocupes, cuando te recuperes, voy a invertir otra vez en una competencia de porristas. Solo vas a necesitar entrenar fuerte y listo, esta vez no tendrás que usar estimulantes para ganar el primer lugar. ¡Sé que ganar es tu sueño!
Ya no habrá, “cuando te recuperes”. A mi vida solo le quedan veinticuatro horas.
—Mira, desde ahora, para ganar, solo entrena, mantén los pies bien puestos en la tierra, no te vayas por malos pasos. ¡Y, sobre todo, no lastimes a tus rivales para ganar el primer lugar! Aunque lo logres, no será algo digno.
Forcé una sonrisa, pero antes de hablar, de la nada sentí un calor en la punta de la nariz y de repente algo empezó a salir.
Me llevé la mano a la cara y vi que estaba sangrando por la nariz…
Cuando vi la sangre en mis manos, de la nada se me vino un pensamiento a la mente.
Así que miré a Miguel y a Sergio y les pregunté:
—Si algún día muero, Miguel, Sergio, ¿ustedes me extrañarían?
Nadie dijo ni una sola palabra.
Miguel quedó impactado por unos minutos; luego, como si estuviera molesto, me dio un golpecito en el hombro.
—¿Qué bobadas dices? Estás bien fuerte, ¿cómo te vas a morir? ¡No sigas pensando cosas raras! Carmen es la que está débil, tenemos que preocuparnos un poco más por ella, y tú como hermana debes ser más comprensiva, no seas tan rencorosa.
Quedé pasmada por un largo rato, pero luego entendí la situación.
Claro, ¿cómo iban a creer que estoy a punto de morir? Para ellos, siempre fui esa hermana fuerte, y solitaria, que solo trataba mal a su hermana.
Bajé la cabeza y me limpié como pude la sangre de la nariz, intentando parecer normal.
—Solo era una pregunta… Ya escribí estos artículos académicos, pueden tomarlos.
Carmen tomó la USB y sonrió triunfante.
—Muchas gracias, Rosa, les voy a sacar el mejor provecho a estos artículos.
No respondí y me di la vuelta para salir del cuarto.
Al día siguiente, Carmen publicó mis artículos académicos en un sitio web, firmándolos con su propio nombre.
Al principio, ella quería presumir de sus logros académicos, pero no contó con que, unos minutos más tarde de publicar la entrada, mis compañeros de clase salieran a denunciarla por falsificación.
—¡Esos artículos ya los vi antes! ¡Rosa los había publicado con sus propios datos de investigación, no son de Carmen!
—¡Yo también recuerdo haber visto a Rosa en algún momento buscando información en la biblioteca!
—No lo puedo creer, Carmen, siendo la campeona de porristas, ¡está plagiando artículos académicos! ¡Qué falta de ética!
***
En poco tiempo, muchos empezaron a criticar a Carmen.
Ella, cuando vio esos comentarios, tembló de indignación.
—Rosa me dio los artículos académicos, ¿por qué me están diciendo todas estas cosas? ¿No debí tomar los artículos de Rosa? Yo sé que, en realidad, siempre he estado por debajo de ella…
Lloraba y lloraba.
—Miguel, no quiero seguir luchando, mejor me muero…
Miguel la miró, dolido, y luego se dio la vuelta hacia mí.
—Rosa, tienes que escribir una declaración diciendo que los artículos académicos se los copiaste a Carmen. Ella es la campeona de porrismo, una persona importante en la escuela. Su reputación no puede verse dañada por nada… está enferma, no puede aguantar un golpe tan grande como ese.
Me quedé impactada por un momento, no esperaba que mi hermano pidiera algo así.
Sergio también estuvo de acuerdo en esto y apoyó lo que pidió.
—Rosa, piénsalo bien. Carmen ya anda bastante mal de salud. Si estas críticas la afectan, ¿qué tal si le pasa algo más grave?
Miré a ambos y sentí un dolor profundo en el pecho.
Por Carmen, ¡me estaban pidiendo que aceptara la falsificación y cargara con esa vergüenza! Pero viendo la cara esperanzada de mi hermano y Sergio, al final a regañadientes acepté.
—Está bien, lo haré.