**Mikail**
Cerré los ojos un segundo, conteniendo la frustración.
Preferí no perder los estribos. Sabía que con ellos no podía hablar de impulsos, ni de lobos agitados, ni mucho menos de atracciones que rozaban lo irracional.
Mis padres jamás entenderían algo así.
—Por favor, al menos siéntense —les pedí, señalando los sillones del despacho—. Hay cosas que quiero explicar.
Mi madre cruzó las piernas con elegancia, mientras mi padre se mantenía con los brazos cruzados, expectante.
—Lyra no es lo que ustedes creen —comencé, manteniendo la voz firme—. Fue acusada injustamente, expulsada de su manada sin prueba alguna. Yo… no podía simplemente hacer de la vista gorda ante eso.
—¿Y eso qué tiene que ver contigo, Mikail? —preguntó mi madre, con ese tono afilado que usaba cuando algo la incomodaba.
Tragué saliva, sintiendo cómo la verdad se revolvía en mi garganta.
—Ella… también era mi mate. La rechacé.
Hubo un breve silencio. Mis padres intercambiaron una mirada que dec