**Tharion**
No podía dejar de observarla.
Lyra estaba sentada junto al fuego, con los brazos cruzados, la espalda recta y los ojos perdidos en las llamas. Murmuró algo, pero no alcancé a oírlo.
Su rostro era impertérrito, tan sereno que no podía descifrar si estaba molesta por la guerra entre Alfas o simplemente… le daba igual.
No lo sabía, y eso me quemaba por dentro. Me dolía no poder leerla.
Un ardor me subió por el pecho y se instaló justo en mi garganta. Si alguno de esos malditos lograba tocarle el corazón… si uno de ellos lograba que lo mirara como antes…
No, no quería pensarlo.
Me levanté bruscamente, sintiendo una fuerza interna que me empujaba a buscar soledad. Cuando giré para marcharme, noté la mirada de ella sobre mí.
No me detuve. Le di la espalda y caminé hasta mi tienda.
—¡Traigan a Eland! —ordené en voz firme apenas entré.
Uno de mis hombres acudió al instante.
—Mi señor, ¿me llamaste?
—Quiero que averigües todo sobre esa guerra entre las manadas Silverbane y Moonfa