**Sienna*
Me molestó… No, me enfureció.
Que Mikail, en medio de ese silencio cargado y mientras lo estaba acariciando, pronunciara el nombre de esa mujer como si aún le perteneciera.
Como si su sombra siguiera aquí, rondándolo, llenándole la cabeza con recuerdos que no valían nada.
“Esa mujer se ha marchado ya,” pensé con dientes apretados. ‘Será mejor que no vuelva… o ya verá lo que pasa.”
Apreté los dientes por dentro, sin dejar que mi expresión se quebrara.
Sabía que había mandado a Conrad tras ella. Y esperaba que pronto llegara con buenas noticias, con esa esclava arrastrada atrapada, humillada, o mejor aún… muerta.
No soportaría que Mikail la aceptara de vuelta como si nada.
Era mejor mantenerme en mi papel. No podía sospechar de mí. No mientras aún lo tuviera medio atado con compromisos, apariencias y el apoyo de su familia.
—Sienna —dijo con voz algo irritada, pero aún controlada—. No tienes derecho a meterte en mi despacho. Y mucho menos a tocarme así.
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