**Lyra**No planeaban dejarme en paz. Lo supe desde el instante en que la alarma comenzó a sonar, desgarrando la calma con su eco punzante. No importa cuánto huyera, cuántas veces me escondiera… siempre regresaban por mí.Sentí algo arder dentro de mí, como lava corriendo por mis venas, hirviente e indomable. Era nuevo. Era salvaje. Nunca había sentido esa fuerza antes, ese impulso visceral de defender, de morder, de luchar. ¿Serían los bebés? ¿O ese linaje del que habló Tharion? Tal vez ambos… Tal vez algo más profundo estaba despertando en mí.Mis manos temblaban, pero no de miedo… sino de poder contenido.Volteé y vi los ojos muy abiertos de Tharion posados sobre mí, como si viera algo imposible. Fruncí el ceño.—¿Qué pasa? —pregunté, algo inquieta.Él no respondió enseguida. Su mandíbula se tensó y luego se volvió hacia Krimson con voz firme.—Protéjela. No importa lo que diga, no dejes que se acerque al frente —su tono era tajante, definitivo—. Ni un paso fuera de esta habitac
**Tharion**Fingía que toda mi atención estaba enfocada en el campo de batalla, pero tenía que preguntarle a Krimson cuanto antes.Creí ver en su mirada una chispa de reconocimiento. ¿Me habría equivocado? Lo dudaba.—¿Reconociste a alguno? —cuestioné, esperando que no me mintiera por proteger a ese bastardo.Lo vi tragar saliva. No quería decirlo, seguramente no quería pensar que Mikail estaba detrás. Pero las pruebas…—Uno de ellos… era de Silverbane. Estoy seguro —lo vi tragar con dificultad—. No sé por qué estaba aquí…Maldita sea. Era justo como pensaba, Mikail tendría que darme una buena explicación o iba a ir a Silverbane a arrasar con el maldito lugar.—No me extraña, después de lo que pasó con ella —siseé, conteniendo mi ira—. Ese maldito cobarde no supo cuidarla.—Hay algo más detrás de este ataque —habló Krimson en voz baja—. No me huele a venganza personal. Es más... sucio. Más calculado.—Voy a averiguarlo —murmuré, viendo claramente a mi objetivo—. Pero mientras tanto…
**Sienna**Por poco.Por muy poco.Vi el brillo en sus ojos cuando levantó mi celular del suelo. Vi su ceño fruncido, la tensión en sus labios. Me lancé hacia él con la rapidez de un rayo, arrancándole el teléfono de las manos antes de que sus ojos terminaran de asimilar lo que había en la pantalla.—¡Es privado! —solté con un tono más firme de lo que esperaba, aunque fingí nerviosismo.Vi cómo su mirada se clavaba en mí. No me gustó. Había algo distinto en sus ojos esta vez. Algo más alerta. Más frío.—¿Privado? —repitió, con esa voz que se contenía apenas por educación—. Sienna, ¿qué está pasando?Me obligué a parpadear despacio, a suavizar mis facciones. Me mordí el labio inferior como había practicado tantas veces frente al espejo.—Es algo familiar… un asunto con mi madre. Lo siento si te alarmé —le respondí, con un suspiro tembloroso, bajando la mirada como si me sintiera avergonzada.Vi que dudó. Estaba procesando. Sopesando.No podía permitir que leyera el mensaje, ni que vi
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi
El frío de la noche me envolvía como una mortaja cuando cerré los ojos. No quería abrirlos. No quería enfrentar la realidad de lo que acababa de suceder. Pero incluso en la oscuridad, mi mente no me dio tregua. El recuerdo llegó con una claridad cruel.Era la noche del nombramiento de Rowan como Alfa. La celebración estaba en su punto más alto, con la manada Moonfang mostrando su poder y riqueza ante sus invitados. La música resonaba en el gran salón, las risas se mezclaban con el tintineo de copas y el aroma a especias flotaba en el aire. Yo no me sentía bien. Mi cuerpo estaba extraño, pesado, como si algo estuviera nublando mis sentidos. Busqué a Rowan en la multitud, pero él estaba ocupado con los otros Alfas, disfrutando de su recién adquirido poder. Sus ojos apenas me habían buscado en toda la noche. —Calista —murmuré, apoyándome en su brazo cuando la encontré—. No me siento bien… Su rostro se iluminó con una sonrisa preocupada. —Oh, pobre Lyra. Déjame ayudarte. Ven
—¿Escuché bien, Alfa Mikail? —preguntó Rowan con un tono controlado, aunque en sus ojos se reflejaba una creciente desconfianza—. ¿Dices que deseas quedarte unos días más en la manada? Mikail asintió con calma, sin inmutarse ante la aparente molestia del Alfa. —Tengo asuntos que resolver, y esta parece ser la mejor ubicación. No quiero causar ningún inconveniente —dijo Mikail, aunque su tono sugería que sabía perfectamente cuán incómoda resultaba su presencia. Rowan frunció el ceño. ¿Asuntos que resolver? El Alfa Mikail le había pedido que colocaran a Lyra en una habitación luego de que se desmayara, haciendo que muchos de la manada cuestionaran su decisión.Ahora se sentía entre la espada y la pared por haber aceptado, había esperado que Mikail impusiera alguna clase de castigo contra Lyra, pero esas no parecían ser sus intenciones.¿Cuáles eran realmente?Lo que más le preocupaba era la razón de la presencia de Mikail. Le había sorprendido mucho que fuese él el mate de Lyra d
Mikail El aire nocturno era frío cuando salí de la habitación, pero no más que la indiferencia con la que había tratado a Lyra. No tenía motivos para dudar de mis propias palabras; ya la había rechazado, y lo que dije no era mentira. Su reputación estaba manchada, y no podía permitirme una Luna como ella en la manada Silverbane. Aun así, algo en sus ojos me había perturbado. No era la súplica, ni la indignación, sino la forma en que se aferraba a su orgullo a pesar de todo. Como si realmente creyera que era inocente. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. Había demasiadas cosas a su alrededor, demasiadas sombras en su historia como para que yo me involucrara en su vida. No era mi problema. No podía serlo. —Alfa —la voz de Krimson, mi beta, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era grave, lo que significaba que traía información importante. —¿Qué averiguaste? Krimson cruzó los brazos y bajó un poco la voz, como si no quisiera que alguien más lo escuchara. —Habl
El guardia se puso nervioso y dio un paso atrás, lo que hizo que me acercara aún más a él de manera peligrosa.Finalmente, comenzó a atropellar las palabras en un intento de explicarse.—L-la ex Luna Lyra… fue llevada al calabozo… después de que la Luna Calista le dijera al Alfa Rowan que debía ser castigada… Mis dedos se crisparon. No había dado ninguna orden de que Lyra fuera encerrada, y mucho menos castigada. Calista. Quería saber qué había pasado, por qué la decisión del Alfa Rowan, cuando me había dejado a mi cargo el sufrimiento de Lyra.Pero antes de poder decirle algo al guardia, el mismo Rowan apareció de pronto con una chispa de curiosidad y orgullo en su mirada.—Finalmente has vuelto, Alfa Mikail —dijo en un tono extraño, como si esperara que mi regreso significara algo más que una simple presencia en su territorio. Le sostuve la mirada con la misma hostilidad habitual. No me gustaba que se creyera más de lo que era solo porque tenía el título de Alfa. —Tuve que