**Lyra**Salir del baño buscando a Mikail fue como despertar de un pequeño sueño en medio de una pesadilla. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba apresurada por los pasillos dorados del recinto. Pensaba que tal vez, solo tal vez, alcanzaría a llegar a tiempo para que él me hablara de aquello que le urgía decirme. ¿Se habría enterado de nuestro bebé? ¿Hablaría sobre nosotros? La gala ceremonial había comenzado bajo la luz majestuosa de la luna llena, que parecía acompañar con su crepitar el murmullo expectante de la multitud.Todos los clanes aliados estaban presentes. La élite de los licántropos. Líderes, guerreros, diplomáticos.Yo me mantenía de pie al fondo, con un vestido sencillo pero hermoso, sabiendo que contrastaba con el lujo desbordante de las demás mujeres. No me importaba. Yo estaba allí. Yo lo había elegido a él, y tenía la esperanza, la firme convicción, de que él también me elegiría esta noche.Mi corazón latía con una fuerza desmedida, cada golpe resonaba
**Krimson**Lo vi todo.Desde el momento en que Mikail subió al estrado, supe que nada bueno se avecinaba. Sentí a Lyra temblar desde donde estaba, su mirada fija en él, esperando... creyendo.Pobre ilusa.Cuando lo escuché pronunciar el nombre de Sienna, fue como si el mundo se hubiese detenido. Vi cómo los ojos de Lyra se apagaban, vi cómo su alma se desgarraba en silencio, como una flor marchitándose al borde del abismo.No. Ella no lloró. No gritó.Simplemente... dejó de ser.Vi a un zombie donde antes había vida. Un alma en pena caminando en un cuerpo roto. Mi mandíbula se tensó mientras el aplauso estallaba a nuestro alrededor, como una burla cruel a su dolor.Me pasé la mano por el cabello, reprimiendo el impulso de destrozar algo.Tanta opulencia, tanta politiquería inútil cuando la mujer que llevaba su hijo no nato estaba allí, vulnerable.Fruncí los labios, incapaz de ocultar mi desprecio. Los miembros del consejo, su reputación, la mirada crítica de su familia y los anci
**Mikail**Nunca imaginé que el dolor físico pudiera ser tan miserablemente insufrible.Sentía mi alma desgarrándose pedazo por pedazo, como si cada latido de mi corazón arrancara otro fragmento. Una agonía total.Vi cómo Lyra, la única luz que alguna vez iluminó mi existencia, se dio la vuelta sin vacilar, sin una mirada atrás.Sentía que perdía todo el aire, creí que me estaba muriendo.Todo era incertidumbre, un abismo abriéndose bajo mis pies.Mi garganta ardía, mis rodillas seguían clavadas en el suelo como si aún pudiera arrastrarla de regreso con súplicas. Un temblor sacudió mis manos cuando sentí la presencia de Sienna acercándose, con su vestido rozando el mármol.Quise apartarla de un empujón. Quise gritarle que se alejara.Pero en algún rincón racional de mi mente, recordé que ella no tenía la culpa de mi miseria. No podía descargar mi rabia contra alguien inocente. No podía convertirme en un monstruo... no aún.A duras penas me puse de pie, con el cuerpo tambaleante, mie
**Lyra**La lluvia caía en cortinas densas, empapándonos en segundos, pero no me importó.Caminaba al lado de Krimson, sintiendo su presencia sólida a mi lado, asegurándome de no desplomarme bajo el peso de mi propio dolor. Mi vestido, pegado al cuerpo por el agua, era lo único que tenía… eso y mi alma rota.—Te voy a ayudar a abandonar la manada —dijo, su voz firme contra el rugido de la tormenta.Negué con la cabeza, temblando, pero él no se detuvo. No pensaba dejarme sola, no esta vez, no cuando más lo necesitaba aunque me costara admitirlo.—No tienes que hacer esto —murmuré con un hilo de voz, apenas audible entre los truenos.Krimson se acercó más, protegiéndome con su cuerpo como un escudo.—Ya no le debo lealtad a alguien como Mikail —soltó, y pude sentir el amargo dolor escondido tras esas palabras.No pude evitarlo. Una risa quebrada salió de mi garganta, una que dolía más que un grito. Negué de nuevo, alzando el rostro hacia el cielo que lloraba conmigo.—Nunca debí venir
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi
El frío de la noche me envolvía como una mortaja cuando cerré los ojos. No quería abrirlos. No quería enfrentar la realidad de lo que acababa de suceder. Pero incluso en la oscuridad, mi mente no me dio tregua. El recuerdo llegó con una claridad cruel.Era la noche del nombramiento de Rowan como Alfa. La celebración estaba en su punto más alto, con la manada Moonfang mostrando su poder y riqueza ante sus invitados. La música resonaba en el gran salón, las risas se mezclaban con el tintineo de copas y el aroma a especias flotaba en el aire. Yo no me sentía bien. Mi cuerpo estaba extraño, pesado, como si algo estuviera nublando mis sentidos. Busqué a Rowan en la multitud, pero él estaba ocupado con los otros Alfas, disfrutando de su recién adquirido poder. Sus ojos apenas me habían buscado en toda la noche. —Calista —murmuré, apoyándome en su brazo cuando la encontré—. No me siento bien… Su rostro se iluminó con una sonrisa preocupada. —Oh, pobre Lyra. Déjame ayudarte. Ven
—¿Escuché bien, Alfa Mikail? —preguntó Rowan con un tono controlado, aunque en sus ojos se reflejaba una creciente desconfianza—. ¿Dices que deseas quedarte unos días más en la manada? Mikail asintió con calma, sin inmutarse ante la aparente molestia del Alfa. —Tengo asuntos que resolver, y esta parece ser la mejor ubicación. No quiero causar ningún inconveniente —dijo Mikail, aunque su tono sugería que sabía perfectamente cuán incómoda resultaba su presencia. Rowan frunció el ceño. ¿Asuntos que resolver? El Alfa Mikail le había pedido que colocaran a Lyra en una habitación luego de que se desmayara, haciendo que muchos de la manada cuestionaran su decisión.Ahora se sentía entre la espada y la pared por haber aceptado, había esperado que Mikail impusiera alguna clase de castigo contra Lyra, pero esas no parecían ser sus intenciones.¿Cuáles eran realmente?Lo que más le preocupaba era la razón de la presencia de Mikail. Le había sorprendido mucho que fuese él el mate de Lyra d
Mikail El aire nocturno era frío cuando salí de la habitación, pero no más que la indiferencia con la que había tratado a Lyra. No tenía motivos para dudar de mis propias palabras; ya la había rechazado, y lo que dije no era mentira. Su reputación estaba manchada, y no podía permitirme una Luna como ella en la manada Silverbane. Aun así, algo en sus ojos me había perturbado. No era la súplica, ni la indignación, sino la forma en que se aferraba a su orgullo a pesar de todo. Como si realmente creyera que era inocente. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. Había demasiadas cosas a su alrededor, demasiadas sombras en su historia como para que yo me involucrara en su vida. No era mi problema. No podía serlo. —Alfa —la voz de Krimson, mi beta, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era grave, lo que significaba que traía información importante. —¿Qué averiguaste? Krimson cruzó los brazos y bajó un poco la voz, como si no quisiera que alguien más lo escuchara. —Habl