**Lyra**
El sonido de la alarma aún vibraba en mis oídos cuando vi cómo los ojos de Tharion buscaban los míos.
Había algo en su mirada que me hizo contener el aliento. Como si necesitara una respuesta, como si mis palabras pudieran cambiar algo para él.
Pero fue su deber, no sus deseos, lo que se impuso.
—Quédate en resguardo, Lyra —me pidió con voz baja, aunque firme, como una súplica vestida de orden—. Prométemelo.
Supe que quería seguir hablando, que lo que acababa de decirme le importaba más de lo que podía expresar en ese momento.
Se notaba en la forma en que sus dedos rozaron los míos antes de alejarse, en cómo sus labios se fruncieron conteniendo algo que no podía decir. Y, aun así, eligió a su gente antes que a su corazón.
Una parte de mí se sintió tan… conmovida. Tharion era ese tipo de hombre; de los que sostienen el mundo mientras el suyo tiembla.
Mi pecho se llenó de ternura y algo más… algo que no quise nombrar todavía.
—Quiero ayudar —le dije cuando lo oí dar órdenes