Nada más tocar el objeto, una presencia invadió mi mente y mi cuerpo. Poderosa, letal, ancestral. Arrastraba un dolor y un odio tan profundos que me sacudieron por completo. No pude evitar gritar de dolor: no sabía si era suyo, mío o de ambos. Era difícil saber dónde terminaba la presencia y dónde comenzaba yo.

— ¿¡KELLY!? ¿¡QUÉ TE PASA..!? — escuché decir la voz de Kael, pero cada vez sonaba más y más lejos. Dejé de escucharla.

De forma repentina, me encontré en una cabaña de lujo: jamás había visto algo tan bien hecho y con tantas cosas dentro. Sin saber porqué, aquello me dolió aún más.

Corrí y me agache al lado de un hombre increíblemente atractivo que estaba atravesado por varios cuchillos.

— ¡MARK..! ¡NO..! — gritó la presencia mientras lo abrazaba llorando a lágrima viva. El dolor era devastador. Sólo había sentido un dolor así de intenso cuando la vieja había muerto, y aún así, no alcanzaba la magnitud de este. Luché contra esa presencia, intentando separarme de ella.