Sara
Me dirigí a la casa de la manada, que no era más que un edificio enorme en el centro de todo, las personas entraban y salían en todo momento. Era obvio que aquí no podían vivir todos los miembros de la manada, más era de esperar que aquellos lobos sin emparejar lo hicieran.
El edificio estaba en malas condiciones, a comparación con el nido, se veía que aquí nadie había mostrado el más mínimo interés.
La madera crucial al caminar, el viento se colaba entre los tablones, había señas de moho y humedad. Definitivamente tendría mucho trabajo por hacer.
Un niño de alrededor de doce años paso por su costado corriendo, lo cual llamó su atención por el hecho de que en este lugar no vivían familias, la sensibilidad de una loba en cinta no permitiría crear aquí un hogar.
Un grupo de veinte o treinta niños se alzó frente a mí, temerosos, desaliñados.- Hola pequeños-, me acerque con paso vacilante, no quería que salieran corriendo. -Tú serás mi nueva mamá?-, una pequeña tiro de mi ro