—Peleaste muy bien hoy. Parece que disfrutas de los entrenamientos largos y extenuantes. Si alguna vez quieres un uno contra uno, yo soy tu hombre —Danny avanzó a mi lado, metiéndose entre Gamma Bennet y yo, y no pude evitar reír. Me encantaba el coqueteo y las bromas. Me encantaba que no me trataran diferente por ser humana.
—Muy bien, ya, lárgate —Greta empujó a Danny—. El juguete nuevo y brillante necesita ir a limpiarse, porque de todo lo que hablan ambos, ella fue la que pasó más tiempo sudada y enredada conmigo.
Les guiñó un ojo ante sus caras de sorpresa y me pasó un brazo por los hombros, llevándome de vuelta a la camioneta mientras nos reíamos.
—¡Espera! ¡Puedo trabajar con eso! —gritó Danny a nuestras espaldas, y yo me eché a reír aún más fuerte.
Gamma Bennet y Greta me acompañaron a mi habitación cuando regresamos a la casa de la manada, como si no pudiera encontrarla sola. No sabía si era un tema de protección o qué, pero no tuve tiempo de pensarlo porque apenas abrí la