Entonces olí el olor a orina.
Puse los ojos en blanco e intenté contener la respiración.
¿Este era el tipo que se suponía que cuidaba la entrada principal de su manada?
Este tal Dean era más tonto de lo que pensé.
Me sorprendió que no los hubieran atacado antes de que llegáramos.
—¿Ya viene? —pregunté despacio mientras inclinaba la cabeza y dejaba que mi lobo mezclara sus ojos con los míos. El tinte rojo que probaba que era un Alfa me hacía ver un poco desequilibrado, y usé eso a mi favor.
Él mantuvo la boca cerrada, aunque estaba temblando como una hoja, así que cumplí mi promesa.
Sujetándole el cuello con una mano, aplasté cada una de sus piernas en rápida sucesión, sintiendo cómo los huesos se quebraban.
Él gritó de dolor y escuché el aullido de lobos acercándose.
—¿Es. Ese. Tu. Busca pleitos de mierda? —El chico meón finalmente asintió con la cabeza y yo hice lo mismo—. ¿Ves? No fue tan difícil, ¿o sí?
Él siguió gimiendo por el dolor en sus piernas, pero se relajó en mi m