ELÍAS

Sentía como si mi cerebro fuera papilla al escuchar lo que Reynaldo acababa de decir. ¡Serena, la chica callada que creía que solo era una huérfana humana, resultó ser la hija del alfa Valentín, nada menos que una poderosa loba! Pero esa noticia palideció junto al nudo que me retorcía las entrañas.

Nunca tuve problemas con su rango, pero había algo que necesitaba confirmar.

Ya no podía contenerme más.

—Si Serena es la verdadera heredera —le disparé a Reynaldo, con el corazón martilleando un ritmo frenético contra mis costillas—, ¿por qué aún no tiene loba?

Reynaldo se veía tranquilo mientras respondía con suavidad.

—Los cambiaformas de nuestra familia son especiales. Los lobos que tenemos están bendecidos por la Diosa, otorgándonos poderes únicos, así que no nos transformamos como los hombres lobo normales. En el linaje Valentín, la transformación suele ocurrir después de los veinte años, a veces incluso a los treinta. Todo depende del tipo de lobo que espera salir de nosotros.

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