128. La inspección

Ha-na rodeó el mueble y se puso al costado, al otro lado del escritorio. Heinz se movió hacia adelante, apoyando los codos en la superficie y entrelazando los dedos; con su postura relajada, contrastaba con la intensidad de su mirada.

—¿En qué requiere mi ayuda? —preguntó Ha-na con complicidad.

—Aquí —dijo Heinz con naturalidad—. Revise esta parte del escrito.

Heinz vio la figura esbelta de Ha-na, mientras se inclinaba en el escritorio. Su falda, medias y su camisa ahora se notaban más sugerentes. Extendió su brazo y colocó su mano en la parte inferior de la pierna izquierda. Empezó a acariciarla, percibiendo la tela en su tacto. Luego subió hacia las virtudes de Ha-na. La frotaba con suavidad y la apretaba, sin que ella se opusiera.

—¿En esta parte? —preguntó Ha-na, en doble sentido.

—Sí, necesito inspeccionar esta zona —respondió él, siguiendo el tono de la lasciva conversación.

—Hay algo que no me cuadra en este documento —dijo él, señalando una hoja. Pero en sus ojos estaba claro
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