101. El vestido
Heinz no podía contenerse más. Dentro de él había roto todas las barreras de la contención, dejando espacio solo para el deseo abrumador que Ha-na provocaba. Su respiración era pesada mientras sus manos, trabajaban en el vestido de Ha-na, deslizándolo lentamente por sus hombros. Era un movimiento deliberado, como si cada segundo que pasaba admirándola aumentara la intensidad de su anhelo. Sus ojos nunca abandonaron a los de ella, buscando en su mirada una señal de objeción que nunca llegó.
Ha-na solo lo observaba, con su respiración acelerada y las mejillas teñidas de un rubor que la hacía lucir aún más exquisita. Su piel parecía relucir bajo la tenue luz del despacho y las expresiones sutiles de ella, era una invitación silenciosa que lo hacía continuar.
Al deslizar la prenda, el torso de Ha-na quedó expuesto parcialmente, revelando el contraste entre su piel de porcelana y el brasier negro que realzaba su figura. Los ojos de Heinz recorrieron el paisaje que de nuevo se presentaba an