Magnus extendió la mano y limpió suavemente las lágrimas de su rostro, con la voz ronca.
—Mi abuelo creía que tú fuiste quien provocó el incendio que mató a Matthias. No dejaría pasar ninguna oportunidad de vengarse de ti. Si no hubiera hecho lo que hice, tu vida habría estado en peligro.
—Hermana, tu cuñado no quiso engañarte. Por favor, perdónalo —rogó Tobias con ansiedad.
—¡Papá malo! ¡Hiciste llorar a mamá! ¡Te odio! —Maxime levantó su pequeño brazo con furia, empujando a Tobias antes de abrazar fuertemente a Senna y decir, con un tono antiguo, —Mamá, no llores. Maxime te ama más que a nadie.
Al ver a su propio hijo erguido como un muro entre ellos, la sien de Magnus comenzó a palpitar violentamente. Apenas logró resistir el impulso de lanzar al pequeño bribón lejos.
—Maxime, los niños no deben interrumpir cuando los adultos hablan. Déjame hablar con tu papá, ¿de acuerdo? —Senna acarició su cabeza, mientras su mente se llenaba de preguntas sin respuesta.
Maxime, siempre obediente