Mariah también sintió la atmósfera opresiva dentro del auto y se removió con incomodidad, acercándose un poco más a Leonardo para poner algo de distancia entre ella y el mánager.
El mánager frunció el ceño de inmediato y soltó una risita sarcástica:
—No esperaba que la señorita Hutchson fuera este tipo de persona. La última vez en el hospital me prometió que mantendría distancia con Leonardo. ¿Cómo es que apenas unos días después ya no puede controlarse? Le aviso que esos truquitos suyos no engañan a nadie; he visto demasiadas tácticas de seducción como la suya.
La expresión de Mariah se congeló al instante; estaba claramente molesta. Sin embargo, debido al estatus del mánager, reprimió su enojo y trató de explicarse con paciencia:
—Está malinterpretando todo. Jamás he tenido esa intención.
El mánager curvó los labios con desdén, dejando en claro que no creía ni una palabra.
Leonardo también empezó a verse incómodo; él había sido quien pidió esta reunión, ¿por qué Mariah tenía que lle