—Abuelo, lo sé todo. Pero… ¿acaso no ya me destituyeron? —la voz tranquila de Luca sonó a través del teléfono, y el anciano percibió un rastro de resentimiento en su tono.
Aclaró su garganta antes de responder con solemnidad:
—Luca, esta situación surgió de repente. Planeo ir personalmente a la empresa, y quiero que tú vengas conmigo.
Tras un breve silencio, Luca se negó:
—Abuelo, creo que pasaré. Es raro que tenga descanso y… me gustaría aprovecharlo para seguir descansando.
Al escuchar eso, el viejo Kensington suspiró.
—Está bien, no te obligaré.
Sabía perfectamente por qué Luca no quería regresar a la empresa: seguramente por Vanessa. Era una oportunidad poco común para que Luca pasara tiempo con ella, y él no quería que nadie interfiriera.
Además, volver a la compañía en ese momento quizás no solucionaría demasiado. Beatriz no era una oponente fácil; había ocultado muy bien su verdadera naturaleza.
Con la aprobación del anciano, Luca se relajó visiblemente.
En ese instante, escuch