La criada cayó inconsciente tras recibir el golpe. Beatriz rápidamente encontró una cuerda resistente, la ató con firmeza y la arrojó al cuarto de almacenamiento.
Al mirar a Ezra, que permanecía en la sala con expresión desconcertada, Beatriz se acercó para consolarlo:
—Ezra, no tengas miedo. Deja esto en manos de mamá; ve arriba y descansa un poco.
Mientras hablaba, Beatriz sacó la medicación de su hijo y se la dio. Originalmente era para controlar sus emociones, pero en secreto la había reemplazado por somníferos.
Ezra no sospechó nada, y tras tomar la medicina pronto cayó en un sueño profundo.
Beatriz bajó al salón y buscó el teléfono del abuelo Kensington. Abrió los contactos, encontró el número de Vanessa y le envió un mensaje pidiéndole que se dirigiera de inmediato a la residencia.
Vanessa se quedó perpleja al ver el mensaje.
¿Por qué el abuelo Kensington querría verla de repente? ¿Y por qué la llamaría a la mansión Kensington?
Inicialmente pensó en informar a Luca, pero al rec