—Por favor, perdóneme, señorita Vargas. Me equivoqué, no volverá a pasar.
—¿Y todavía piensas en una próxima vez?
Sofía entrecerró los ojos, impasible ante las súplicas desesperadas de Carmen. No era ninguna ingenua.
«Si no hubiera estado preparada, hoy no habría podido librarme de esta trampa.»
«Y si en mi lugar hubieran culpado a alguna de las nuevas becarias... ¿acaso no le habrían arruinado la vida?»
Al pensar en eso, la mirada de Sofía se endureció.
Carmen negó con insistencia.
—No, no, señorita Vargas, se lo juro, solo fue esta vez. ¡Nunca más volverá a pasar, nunca más!
Lloraba a moco tendido. Nadie entre los presentes intervino en su favor. Era evidente que no era muy querida por sus compañeros.
Elena, por su parte, sentía una profunda satisfacción. Al principio, cuando Sofía le pidió que no interviniera, casi no pudo contenerse.
«No imaginó que Sofía tenía un as bajo la manga.»
Sofía recuperó su prenda de las manos de Carmen y se dirigió al gerente.
—Ya que la señorita Soto pa