«Sofía, maldita zorra, ya verás. Te voy a cobrar cada una de las humillaciones de estos días, y con intereses. Y en cuanto a ti, mi querido Alex… si quieres que tu secretito siga a salvo, vas a tener que obedecerme en todo».
***
Sofía fue a trabajar a Inmobiliaria Panorama como de costumbre, pero el escándalo en internet seguía sin resolverse. De hecho, la situación había empeorado, pues ahora todo el odio en redes sociales se había volcado contra Alejandro.
Le dolía verlo así, pero sabía que era imposible callar a tanta gente en internet.
Ese día, en cuanto Lorena llegó a la empresa, fue a la oficina de su hija. Al verla entrar, Sofía se quedó confundida.
«¿Y ahora? ¿Por qué viene a mi oficina en lugar de llamarme a la suya? Parece que se invirtieron los papeles».
—Directora, ¿necesita algo?
Lorena se sentó en la silla de Sofía y cruzó las piernas con arrogancia. Apoyó los codos en el escritorio y la miró fijamente.
—Hoy es el tercer día.
A Sofía se le revolvió el estómago. Lo sabía.