La asistente se rascó la cabeza, confundida. Aunque ya no colaboraba con John Carter, la recepcionista siempre había sido muy amable con ella. ¿Por qué ese cambio tan drástico ahora?
Se acercó a la puerta y dijo:
—Hola, solo quiero preguntarte un par de cosas. No voy a molestar a tu jefe. ¿Puedes abrir? Para que hablemos un momento.
La asistente intentaba razonar con la recepcionista, pero en cuanto escuchó la palabra "jefe", la cara de la mujer cambió.
—Nuestro jefe no está. Mejor vete. Yo en un par de días también me voy de aquí.
La asistente no entendía nada. «¿Cómo que el jefe no está?», pensó.
—¿Y a dónde se fue? ¿Me podrías decir?
La expresión de la recepcionista se ensombreció. Cerró de golpe la ventanilla interior, dejando claro que no pensaba dirigirle ni una palabra más.
La asistente se sintió ignorada. Era la asistente especial de la directora general de Inmobiliaria Panorama, y que la trataran con tanto desprecio era un golpe a su orgullo.
Decidió no insistir. Si no le most