En cuanto a su madre, Valeria planeaba volver a hablar con ella para tantear el terreno y averiguar qué pensaba.
***
Cuando Lorena terminó de trabajar, apareció con una sopa de pescado en las manos.
—Mamá, ¿estás aquí?
Escuchó su voz y se quitó los lentes que colgaban de una cadena sobre su pecho.
—Sí, pasa.
Alzó la vista y la vio acercándose con sonrisa y un tazón en las manos, caminando con elegancia.
—Mamá, te he visto muy cansada estos últimos días. Con todo el estrés del evento, has trabajado demasiado, así que te preparé una sopa de pescado para que recuperes fuerzas.
Observó la sopa, de color blanco intenso, que a simple vista delataba un largo tiempo de cocción.
Al notarlo, su mirada cambió a ser de agradecimiento.
—Vaya, te tomaste la molestia.
Tomó el tazón y, después de probar una cucharada, comentó con aprobación:
—Está muy rica, el sabor es excelente.
Aprovechó para pasar detrás de su madre y comenzó a masajearle los hombros.
—Me alegra que te guste, mamá. Si quieres, pued