Sofía, acompañada de su asistente, visitó una vez más el estudio de John Carter.
En esta ocasión, al enterarse de que Sofía había venido en persona, John Carter dejó de lado su arrogancia y salió a recibirla.
—Señorita Vargas, qué sorpresa. No sabía que venía, una disculpa por no recibirla en la puerta.
Dijo con una sonrisa mientras salía a su encuentro. Su actitud era distinta a la que había mostrado cuando solo había venido la asistente.
Ella lo observó sin decir nada.
Fingiendo ignorar lo ocurrido, respondió con una sonrisa:
—No te preocupes por eso. Entre nosotros no hacen falta tantas formalidades, ¿o sí?
La expresión de John se volvió seria por un instante, pero se recuperó.
—Claro que no. Señorita Vargas, por favor, pase.
Sofía asintió con un leve gesto y, con el resonar de sus tacones, entró a la oficina junto a él.
Se sentaron uno frente al otro en el sofá. Un silencio incómodo se instaló entre ellos.
Ella, sin embargo, permanecía indiferente, esperando que fuera él quien habl