—Adelante, encárgate. Confío en ti.
Sofía sonrió mientras veía a su asistente marcharse.
La asistente entendió lo que ella quería decir. Después de escuchar su análisis, se sintió más tranquila. Ella había pensado que a su jefa no le importaban estos asuntos, pero en realidad, ella tenía un plan diferente, uno que ya había trazado con antelación.
Por eso se mostraba tan tranquila.
Al darse cuenta de esto, la admiración que sentía por ella creció todavía más. Estaba decidida a seguirla a donde fuera, si se lo permitía.
Al salir de la oficina, la asistente vio a un grupo de empleados cuchicheando. El murmullo creció tanto que alcanzó a escuchar algunas frases.
Golpeó un escritorio con la mano, molesta.
—A ver, ¿se puede saber qué están haciendo? Es horario de oficina. ¿Qué pasa? ¿O es que ya a nadie le interesa su trabajo? ¿Por eso están tan campantes?
Al escucharla, todos guardaron silencio y clavaron la mirada en ella. En el fondo, sabían que la asistente tenía razón, pero no entendían