Como a Inmobiliaria Panorama le iba bien, todo el mundo quería acercarse a ver qué sacaba.
—Mamá, esta vez déjame la fiesta a mí. Te prometo que todo saldrá igual de bien que siempre, no te preocupes —aseguró Valeria con confianza.
Lorena sonrió, satisfecha.
—Tener una hija tan atenta como tú es todo lo que podría pedir. No te preocupes. Hazlo como sueles hacerlo, siempre tienes las mejores ideas. No necesitas fijarte en nada más.
A esos parientes lejanos bastaba con darles las migajas.
Gente que nunca aportaba nada, pero que a la hora de la verdad eran los primeros en salir corriendo. A estas alturas, Lorena ya lo tenía muy claro.
Valeria asintió, aceptando todo.
Decidió guardarse lo que pensaba decirle a su madre. Esperaría a la reunión familiar, a la fiesta, y lo diría todo delante de los demás.
Así, aunque Sofía quisiera defenderse, tendría que pensar si tenía el peso para hacerlo.
¿Y qué si había conseguido dos proyectos?
Había hecho algo vergonzoso y humillante, y merecía un cast