—No vine a hablar de esto, y lo sabes —lo interrumpió Sofía con voz dura.
Eduardo intentó desviar la conversación, pero el propósito de Sofía era tan claro que no le dio la más mínima oportunidad.
Sin más remedio, Eduardo tuvo que sincerarse.
—Solo quiero arreglar las cosas contigo, ¿qué tiene de malo?
Ella se quedó sin palabras al escucharlo.
—¿Cómo que qué tiene de malo? Según tú, no has hecho nada mal, ¿o me equivoco?
Eduardo respondió con seguridad.
—¿Qué hice mal?
Él solo quería estar con la persona que le gustaba y, al mismo tiempo, velar por sus propios intereses. Cualquier persona busca su propio beneficio, ¿qué había de malo en ello? No había hecho nada malo, en absoluto.
Esa idea le dio aún más confianza.
Sofía lo observó, sin saber qué responder. Era un caso perdido. ¿Cómo podía seguir tan seguro de sí mismo después de todo lo que había pasado?
—Y dime, ¿por qué querría yo arreglar las cosas contigo?
La mirada burlona de ella lo dejó paralizado, sin saber qué decir.
«¿Cómo q