Sofía supo de inmediato a qué se refería su mamá.
Una vez más, su favoritismo salía a luz.
Bajó los brazos que tenía cruzados y entrecerró los ojos.
—Mamá, ¿en serio se va a poner de su lado otra vez?
Después de tantas veces, ¿cómo era posible que su mamá no se diera cuenta?
Lorena, sin embargo, le restó importancia.
—Solo dije la verdad. Además, ya te dije que la voy a castigar.
Luego, agregó:
—Y el proyecto ya lo conseguiste, ¿no?
—¡Mamá, cómo puede decir que es lo mismo!
A Sofía la hacía enojar la indiferencia de su madre. Parecía no darle importancia, pero en el fondo lo sabía todo. Solo se hacía la que no entendía.
Lorena sabía que su hija se sentía herida. La miró de perfil y le dijo con suavidad:
—Sofi, ya no le des tantas vueltas. Deja todo en mis manos. Hoy voy a cocinar yo, te prepararé esas enchiladas que tanto te gustaban de niña, ¿te parece?
Al ver que su madre se ponía de pie, Sofía se acercó.
—Mamá, no se moleste, es mucho trabajo. Mejor siéntese a descansar. Con cualqui