Al enterarse de la noticia, Mateo también le marcó.
—Bueno, ¿Sofía?
Ella contestó con una sonrisa.
—¿Qué pasó?
—No quise molestarte con todo lo que estaba pasando en internet, me preocupaba que te afectara. ¿Cómo estás? ¿Todo bien?
A través del teléfono se podía notar la preocupación que le causaba el asunto.
Sofía lo negó con un ademán, aunque él no pudiera verla.
—Claro que estoy bien, todo eso ya pasó. Y no te preocupes, no me quiebro así de fácil.
Mateo acarició la cabeza de Lucía, que estaba sentada a su lado, y sonrió con calidez.
—Qué bueno. Estaba preocupado por ti, pero si lo dices así, me quedo más tranquilo.
Sofía le dio un consejo.
—Lo de internet, tú nomás tómalo como un chisme. No te creas todo lo que lees.
—No te preocupes, ya sé cómo es.
Él miró de reojo a Lucía y notó la expectativa en sus ojos.
—Por cierto, este... ¿Quieres que vayamos a cenar? Lucía te extraña, se la pasa viendo el juguete que le regalaste.
Mateo estaba sorprendido, su hermana no solía encariñarse as