Sofía llegó a la oficina por la tarde.
Todos la miraban fijamente.
En el fondo, no podían evitar pensar con asombro que, esta vez, ella hubiera logrado resolver el problema sin contratiempos.
Cuando el director la había buscado antes, todos habían dado por perdido el proyecto.
Ricardo, el encargado de ese contrato, era famoso por ser un tipo muy difícil de tratar.
Pero ahora, no solo se había restablecido el suministro de materiales, sino que además les habían pedido que ellos mismos redactaran el contrato.
Al pensar en todo esto, la admiración en sus miradas hacia Sofía creció todavía más.
¡Ella era el ejemplo a seguir!
—Sofía, ¿cómo le hiciste con este proyecto?
Elena se acercó con entusiasmo, sus ojos brillaban de admiración y alegría, a diferencia de otros, en cuyos ojos todavía se percibía la envidia.
Sofía, por supuesto, lo notó. Le acarició suavemente la cabeza y dijo, con la voz un poco más alta:
—Fue pura suerte.
—Lo más importante es trabajar duro y con constancia, no anden b