Sofía arqueó una ceja y también extendió la mano.
El contacto fue breve.
Pero ese apretón de manos simbolizaba el reinicio de su colaboración.
Una sonrisa iluminó la delicada cara de Sofía.
—No se preocupe. Pronto le haré llegar un nuevo contrato a su empresa, y así nuestras compañías podrán seguir manteniendo una buena relación.
—Descuide, lo entiendo bien, señorita Vargas.
Ricardo aseguró enfáticamente:
—Esta vez, nuestra relación será incluso más sólida que antes.
«Tiene que ser más sólida que antes», pensó él. «Después de todo, Inmobiliaria Panorama tiene el respaldo de Altamira Desarrollos. No soy estúpido, sé muy bien quién manda en la ciudad».
Al escuchar eso, Sofía sintió que algo no cuadraba del todo, pero decidió no darle más vueltas.
«Quizás fue porque el malentendido inicial se aclaró», reflexionó, «y eso hizo que confiara más en mí».
Fuera de eso, no encontraba otra explicación.
«En cuanto a esa carta... ¡Definitivamente voy a averiguar quién está detrás de esto!»
Parecía