Mateo dijo justo en ese momento:
—Así es como demuestra que le gusta alguien, no le quita los ojos de encima.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Sofía. Con un gesto amplio, añadió varios postres más que sabía que le encantarían a la niña.
Él observaba la escena entre ellas, y una calidez tan intensa le llenó el pecho que sintió que iba a desbordarse.
***
Ya en la tarde, los tres llegaron juntos a Galerías Metrópoli, el centro comercial más grande de la ciudad.
Tenían un objetivo: la sección de ropa del tercer piso.
Ante la deslumbrante variedad de prendas, Sofía se sintió un poco abrumada, sin saber por dónde empezar.
Mateo, con la pequeña en brazos, caminaba al lado de Sofía.
—¿Vamos directo a la tienda de ropa para niños?
—Sí, cruzando la sección de damas, ahí está la de niños.
Al escuchar las palabras “ropa de damas”, un brillo cruzó la mirada de Mateo, quien aprovechó para decir:
—Total, no tenemos prisa esta tarde. ¿No quieres ver si hay algo para ti?
—No hace falta, creo. Ten