«Parece que este muchacho por fin entró en razón. Así tiene que ser, porque ya no tiene caso que siga aferrado a lo mismo. Si me sigue dejando con estas preocupaciones, no puedo confiarle la empresa. Bueno, todo a su tiempo. Tenemos que asegurarnos de que esté en buenos pasos. Si no, ¿cómo podría ser un heredero digno?»
***
En la habitación, Daniel tomó su celular, lo miró y lo volvió a dejar sobre la mesa. No dejaba de dudar si debía llamarle de nuevo a Laura.
También esperaba que ella le devolviera la llamada. Ya llevaba mucho tiempo fuera y no sabía nada de ella y eso lo dejaba muy preocupado.
Aunque reacio, pero sin dejar de pensar en ella ni por un segundo, se decidió mandarle un mensaje.
[Amor, lo de hoy fue mi culpa. No pensé bien las cosas, te juro que no volverá a pasar].
[¿Estás bien? ¿Dónde estás? Tú te sabes la contraseña de mi hacienda, puedes quedarte ahí sin problema].
[Amor, por favor no me ignores. Me estás asustando. ¿Estás bien? No me espantes así].
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Laura salió d