Cualquier rastro de mal humor se desvaneció de su rostro al ver a Sofía. Al observarlo con atención, se notaba la leve curva de una sonrisa en sus labios.
De pie junto a la cama, contemplaba el perfil tranquilo de la mujer, y una calidez genuina le inundó el pecho.
—Sofi... no te vayas, ¿sí?
Con un gesto delicado, le apartó un mechón de cabello de la cara, revelando sus facciones finas. El cariño en su mirada se hizo cada vez más claro. En ese momento, se acurrucaron el uno contra el otro.
***
Al día siguiente, abrió los ojos y se estiró con algo de pereza. A medio movimiento, su brazo derecho se encontró con algo.
Confundida, giró la cabeza y se encontró de golpe con una visión que la dejó sin aire: su cara perfecta, a escasos centímetros de la suya.
Aunque él mantenía los ojos cerrados, atrapó su mano con una precisión asombrosa y la llevó a sus labios para depositar un beso suave.
—Buenos días.
El sonido de su voz, profunda y seductora, fue lo que la hizo reaccionar. Lo apartó con u