Al ver la maniobra del otro carro, Sofía lo confirmó: la estaban siguiendo.
Ladeó la cabeza, confundida. No entendía por qué alguien la seguiría.
«¿Será alguien de la competencia?»
El carro, además, le resultaba familiar, pero no lograba ubicarlo. Sin embargo, por más que intentaba, no lograba recordar de dónde.
Tomó varias calles al azar para despistarlo, pero el carro seguía detrás. Su expresión se volvió seria, estaba claro que la seguían a propósito.
Tras pensarlo bien, decidió que no iría a su casa para evitar que descubrieran su dirección.
Al darse cuenta, una idea le llegó. «¿Y si su objetivo es mi casa?»
Si ese era el caso, con mayor razón no podía arriesgarse a volver. No quería que la tuvieran ubicada.
Maniobró por varias avenidas y calles secundarias hasta que, al fin, lo perdió de vista. Solo cuando estuvo segura de que no había rastro del otro vehículo, pudo respirar un poco más tranquila.
Una vez a salvo, le marcó a Luisa, para pedirle que averiguara la identidad del cond