Capítulo veintidós. Voy a enseñarte

Voy a enseñarte

Arturo entró a la mansión fingiendo una calma que no sentía, su cuerpo estaba enardecido y él no sabía si era por el deseo que corría por cada fibra de su ser o si era el enojo de sentirse burlado. O quizá, y lo más acertado fuese una combinación de ambas, lo que dejaba a Paula en una situación de peligro, él pensaba cobrarse este juego. Aunque también pensaba disfrutarlo y mucho.

Un hombre como Arturo, era muy peligroso estando de cacería y ella lo sabía… Había algo en él que deseaba castigarla, pagarle con la misma moneda, provocarla y dejarla con las ganas, tal cual ella lo había hecho con él. Sin embargo, todo el enojo y el ardiente deseo de venganza murió en el momento que el magnate posó los ojos sobre su esposa y su hijo, escuchar el sonido de sus risas le hizo sentir, distinto…

Paula jugaba con Alejandro en el jardín.

—¡Corre, mamá, pareces una tortuga! —gritó su hijo.

Arturo se escondió detrás del follaje para espiarlos en secreto.

—¿Cómo me has llamado? —preg
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