Capítulo ochenta y dos. Te llevaré a casa

Te llevaré a casa

«Sé mía por una noche…»

Paula miró horrorizada al italiano, ¿de verdad le estaba pidiendo una noche con él a cambio de su libertad? ¿Qué clase de hombre pediría tal cosa a una mujer que, ha dicho, no es la mujer que él piensa?

—¡Estás completamente loco, Domenico! ¡Primero muerta que caer entre tus brazos! —gritó alejándose de él.

Paula sintió una fuerte opresión en el pecho, si tenía que morir y no volver a ver a Arturo y a su familia, estaba dispuesta a hacerlo, pero jamás ¡JAMÁS! Le sería infiel a Arturo. No tendría cara para mirarlo a los ojos y seguir viviendo su vida, sabiendo que se entregó a otro hombre…

—Escucha, cara.

—No soy cara, no soy Pía. ¡Soy Paula! ¡Paula! —gritó con rabia. La esposa del magnate se mostró fuerte y decidida, si iba a morir no se lo pondría fácil y si podía llevárselo con ella lo haría sin duda.

—No te estoy pidiendo sexo —dijo él con el ceño fruncido.

Paula lo miró confundida.

—¿Qué?

—No te estoy pidiendo que te entregues a mí de esa
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