Capítulo sesenta y seis. ¿Hermanas?
¿Hermanas?
Arturo no tenía idea de cómo había hecho para manejar al hospital, no sabía siquiera cuántas faltas de tránsito había cometido y a decir verdad tampoco le importaba, ya luego se encargaría de pagar las multas que tuviera que pagar, su prioridad y sus pensamientos estaban con Paula y en su bebé, el magnate rogaba porque nada malo les pasara.
El hombre bajó del auto y corrió a la sala de espera para encontrarse con Diego y Carolina.
—¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Paula? —preguntó con premura.
—En la sala de emergencia, estamos a la espera de tener noticias —dijo Carolina.
—¿Qué fue lo que pasó?
—No lo sé, señor Arturo, ella estaba en su oficina, me pidió que le trajera algunos documentos y un té, pero no sé lo que pudo ocurrir en ese breve momento que nos separamos. Cuando llegué ella estaba a punto de desmayarse.
Arturo se mesó el cabello con frustración, pensando en lo que pudo haberle sucedido a su esposa.
—Esta angustia es desesperante.
—Trata de calmarte, hermano, Paula es