Maxwell Kingsley tiene la vida perfecta. CEO una importante empresa en Miami, casado con una mujer hermosa y feliz padre dos pequeños gemelos. Sin embargo, su vida da un giro 180 grados cuando su esposa fallece en un trágico accidente. A los pocos meses de quedarse viudo, Hannah Carpenter aparece en su vida para volver a desestabilizarlo. Ella llega a su empresa como una simple asistente buscando empleo. Pronto Hannah se convierte en mucho más que eso, una confidente que lo apoya en las noches en las que se sume en el , presa del dolor por haber perdido a su amada esposa. Pero una noche, marcada por la intensidad del dolor y la soledad, todo cambia. Maxwell, impulsado por el desespero, besa a Hannah y le propone algo impensable: ser su esposa. Aunque Hannah acepta, creyendo que fue una locura del momento, se sorprende al descubrir que Maxwell cumple su propuesta al día siguiente. La felicidad efímera se ve empañada cuando Maxwell impone una condición inesperada: el matrimonio debe mantenerse en secreto. Para Hannah, la realidad se torna más compleja de lo que imaginaba, ya que Maxwell, lejos de ser el príncipe encantador que ella creía, revela una faceta desconocida y pone a prueba su paciencia y amor. ¿Podrá Hannah sobrevivir a la fachada de su matrimonio y encontrar la verdad detrás de la máscara de Maxwell Kingsley?
Leer másEl cielo ligeramente nublado combina perfectamente con la escena que me rodea. Un hombre cabizbajo, con la mirada más triste que he visto en mi vida. Va caminando delante de mí como si yo no estuviese detrás. A mi lado, sus dos hijos gemelos Lucas e Isaac, caminan sonrientes, ajenos al lugar que vamos en realidad.
—¡Vamos, Hannah! ¡Date prisa! —dice de pronto. La profundidad grave de su voz me pone en alerta, pero en realidad es algo que me sucede cada vez que él habla.
A pesar del dolor en mis piernas y que los tacones negros me están causando ampollas en los dedos y el talón, apresuro el paso sin chistar.
Isaac y Lucas me jalonean de las manos, pero su gesto no es más que un simple juego.
—¡Vamos mami! —me dice Isaac.
Hace tres años que vivo con ellos, desde los dos años los he cuidado como si fuesen mis hijos, aunque no lo son en realidad.
Maxwell, su padre y el hombre que va delante de mí, se gira al escuchar que el pequeño me dice mami. Arruga el gesto con fastidio, pero al final acaba por voltearse y no decirle nada.
Hubo un tiempo en el que constantemente les remarcaba que yo no soy su madre, que más bien soy como una especie de niñera, sin embargo, para los chiquitos fue muy fácil conectar conmigo. Se rindió cuando ya no podía evitarlo.
—Mami, ¿a dónde vamos? Este lugar no me gusta —habla Lucas.
—Ya te dije que iríamos a visitar a alguien muy especial, por favor no digas eso frente a tu padre —susurro.
Lucas asiente y continúa su camino sin volver a preguntar.
Un par de minutos después, terminamos el recorrido y nos detenemos frente a una de las lápidas del cementerio. No es la primera vez que venimos, pero creo que esta es la primera vez que los niños son más conscientes de dónde nos encontramos.
Maxwell se detiene y finalmente me mira. Puedo ver en sus ojos que el dolor todavía está presente. Han pasado poco más de tres años, pero él sigue aferrado a la esposa que perdió en aquel accidente. Sus ojos ya están enrojecidos y ni siquiera se ha sentado frente a la tumba.
—¿Podrías darme algo de privacidad? Trae a los gemelos aquí.
—Por supuesto —contesto con diligencia. Llevo a los niños con su padre, quien de inmediato se agacha y toma a cada uno entre sus brazos.
Me alejo, pero el silencio y la paz del lugar, aunado al hecho de que no hay viento, me permite escuchar sus palabras.
—Niños, aquí se encuentra su madre, su verdadera madre.
—¿Qué quieres decir, papá? —cuestiona Lucas.
—La mujer que los trajo al mundo, la que los llevó en su vientre. A eso me refiero.
—¿Y por qué está ahí? —pregunta Isaac con curiosidad.
—Porque… su madre falleció hace tres años. —Maxwell suspira. Apenas y es capaz de hablar con la voz quebrada.
Sin poder evitarlo comienza a sollozar. Los pequeños lo abrazan y le susurran algo al oído señalando en mi dirección. Maxwell se levanta y voltea hacia mí.
Mi corazón se acelera como si fuese la primera vez que lo veo. Este hombre pone a temblar mis piernas como si fueran de gelatina y no soy capaz de evitarlo. Se detiene frente a mí con los niños a sus costados.
—Dame las flores —dice con frialdad.
Ni siquiera recordaba que las traía en la mano. Se las entrego sin decir nada. Él deja a los niños conmigo y regresa a la tumba.
—Vamos, niños, esperaremos a su padre en el auto.
El camino de regreso es más incómodo si es que eso es posible. Los tacones se me hunden en la tierra húmeda a causa de las lluvias. Consigo llegar hasta el asfalto, donde una camioneta último modelo nos espera.
Desde la distancia veo a Maxwell arrodillado sobre la tumba, se demora allí un buen rato. Verlo así me rompe el corazón, y es uno de los motivos por los que sigo aquí a pesar de todo.
Lucas e Isaac acaban por aburrirse de correr alrededor del auto, así que los dejo entrar y les entrego las galletas que había traído; ya me esperaba que algo así pasase.
—Papá dijo que ahí estaba mamá, pero tú eres mi mamá —dice Isaac de pronto con esa voz angelical que me llena de ternura.
Le sonrío, pero no digo nada más. No seré yo quien tenga que explicarles la verdad a estos niños. Tengo tres años esperando ese momento que parece no llegar nunca.
Sin que me dé cuenta, Maxwell regresa. Pone una mano sobre mi cintura, lo que provoca un sobresalto en mí.
—Ya es hora de volver —murmura.
—Oh, bien.
Subo al auto después de haber asegurado a los niños en sus asientos respectivos. Ya es casi de noche, podemos ver el atardecer brillando en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados cálidos por encima de las nubes que ya se han despejado. Al parecer la lluvia se disipó.
Al poco tiempo de haber iniciado el viaje, los gemelos se quedan dormidos en la parte de atrás. Aun así, Maxwell y yo no cruzamos palabras hasta llegar a la gran mansión que ha sido mi hogar estos últimos años.
Él estaciona el auto en la entrada, cosa que es poco usual, debería haberlo dejado en el estacionamiento personal de la mansión.
—Bájate —ordena—, llama a Francis y que te ayude a sacar a los gemelos del auto.
—¿Y tú? ¿Por qué no te bajas del auto?
—Porque me iré de nuevo —contesta con frialdad.
—¿Es en serio? ¿Volverás a hacerme esto otra vez? Parece que incluso tú mismo has olvidado que soy tu esposa, Maxwell.
Él gira su cabeza hacia mí, pero la forma en la que me mira no desprende amor, comprensión ni nada de lo que se supone debería ser.
—Necesito estar solo, ¿es demasiado pedir, esposa?
—Puedo ayudarte, no necesitas alejarte de nosotros, si tan solo…
—¡No me discutas Hannah! —exclama alzando el tono de voz. Por fortuna eso no despierta a los gemelos.
—Prometiste que las cosas cambiarían, pero me sigues tratando como si yo realmente fuera solo la niñera de los niños —contesto con un nudo en la garganta.
Hace tres años me casé con este hombre, hace tres años creí que mi vida había cambiado, pero el tiempo ha pasado y todo sigue igual, soy la esposa secreta de Maxwell Kingsley, y ya no sé si puedo seguir haciendo esto mucho más.
—Hoy no, Hannah, sabes qué día es. Hoy solo eres eso.
Su respuesta provoca un dolor tan intenso en mi pecho que ya no soy capaz de contestarle. Me bajo del auto y llamo a Francis, quien ya estaba esperando en la entrada. Sacamos a los niños dormidos y solo puedo quedarme como una idiota frente a la entrada, observando a mi supuesto esposo irse en su auto a quién sabe dónde.
Bueno amores, lo prometido es deuda. Aquí está el maratón final de esta novelita. Seis capítulos cargados de emoción, tensión y mucha melosería jajajaja Disculpen la tardanza, pero se me complicaron las cosas por ser feriado. Les agradezco mucho su apoyo y haber llegado hasta aquí. Espero que hayan disfrutado de la historia de Hannah y Maxwell y que sigan acompañandome en futuras historias llenas de amor. Déjenme saber en los comentarios qué les pareció. También les invito a pasarse por mis otras historias para que puedan leer las locuras que se me ocurren jajajaja. besitos xoxo, los quiero mucho Aurora Love.
CAPÍTULO 110: EL TRIUNFO DEL AMOREl día de la boda…Me miro en el espejo mientras los últimos retoques se hacen en mi cabello que ahora es rubio. El vestido que elegí para este día especial asemeja las alas delicadas de una mariposa, un símbolo que ha marcado nuestra relación, no solo porque él me dice así; sino también porque, al igual que esos bellos insectos, hemos pasado por etapas difíciles, pero al final, renacimos en el mejor momento para los dos.Estamos a punto de casarnos por segunda vez, ahora en un matrimonio por todo lo alto, con cobertura mediática, en un jardín lleno de flores y mariposas.Mi madre llega a la habitación después de haber sido maquillada de forma magistral. Sus ojos se iluminan al verme.—¡Oh, Hannah! ¡Te ves tan hermosa! —exclama, conteniendo las lágrimas de emoción.—Gracias, mamá —respondo, sintiendo la emoción también.Ella se acerca y me abraza con ternura.—Sé que no me he portado muy bien con Maxwell, pero quiero que sepas que si él te hace feliz,
CAPÍTULO 109: EL PLANETARIOEstoy a punto de desbordarme de la emoción. Maxwell me ha traído hasta el planetario y a decir verdad, pensé que solo se trataba de un paseo familiar y nada más. Pero ahora me ha traído hasta el medio del escenario donde todo está a oscuras, sin embargo en su rostro vislumbro una hermosa sonrisa cargada de complicidad que me hace pensar que se trae algo más entre manos.De pronto las luces del techo estrellado se vuelven a encender, mientras que en los monitores de abajo empiezan a pasar fotos de toda nuestra vida juntos. Mi corazón se agita y no puedo evitar conmoverme hasta el punto de las lágrimas.—¿Qué es todo esto? —pregunto, intentando mantener las expectativas bajas; no obstante, la realidad es que ya estoy bastante emocionada.—Hannah Marisol Carpenter Rodríguez, eres la mujer de mi vida, te has convertido en mi pasado, presente y quisiera que siempre fueses mi futuro. Te amé desde el primer momento en que me tendiste tu mano aquella vez cuando pas
CAPÍTULO 108: PLANEACIÓNMaxwellLo recuerdo todo.Supongo que debo agradecerle al lobo por haber aparecido en la fiesta de mis gemelos como si nada e intentar matarme. Gracias a eso y al golpe que me dio en la cabeza, de pronto, todos los recuerdos volvieron a mi mente como si estuviese viendo la película de mi propia vida.Creo que estoy como en estado de shock. La verdad es que no sé cómo reaccionar ante esto. Han pasado varios días de ese suceso y no le he dicho a Hannah sobre mi memoria. Ella ha estado muy nerviosa desde lo que ocurrió, y por el momento no quiero alterarla diciéndole que ya he recuperado la memoria. A decir verdad, todo esto me ha hecho pensar en que he estado perdiendo el tiempo. Necesito pedirle matrimonio, necesito decirle que la amo con todo mi corazón y que quiero que se case conmigo, que viva conmigo, y que estemos juntos para siempre.Es solo que, quiero planear una sorpresa enorme, algo que le haga conmoverse y volverse a enamorar de mí como la primera ve
CAPÍTULO 107: LA FIESTA DE LOS GEMELOSLlevo un mes entero volviendo a cambiar pañales y dar el pecho a un bebé, pero he de decir que han sido momentos maravillosos. Cuando tuve a Sofía todo eso lo tuve que pasar sola, acompañada únicamente con mi madre. Sin embargo, ahora no solo la tengo a ella, sino que además tengo a un hombre maravilloso a mi lado, que me ama a pesar de todo. Tengo a Francis, que ha sido como una segunda madre para mí y por supuesto a mis hijos. Porque no solo Sofía es mi hija, Lucas e Isaac lo han sido desde mucho antes y para mí, siempre lo serán.Es por ese motivo que Maxwell y yo decidimos hacerles una gran fiesta para celebrar su cumpleaños número once. Ambos quisieron celebrarlo con la temática de un conocido anime, así que no perdimos tiempo. Planeamos todo, incluyendo la decoración, un animador para el evento y, por supuesto, muchos dulces para festejar como se debe.Ha llegado el día y aunque me pone nerviosa recibir tanta gente en mi casa, los espero an
CAPÍTULO 106: UNA NUEVA VIDAMaxwell4 meses después…—Maxwell, le vas a hacer un hueco al piso —me dice Kendra.Prácticamente no la escucho, camino de un lado a otro en la sala del hospital esperando que el médico me dé alguna noticia sobre Hannah. Entró en trabajo de parto hace pocas horas y aunque todo parece estar bien, no puedo evitar alterarme.De hecho, estos últimos cuatro meses han sido un caos total. Entre la seguridad, los nuevos negocios que estamos implementando en la empresa, el cumpleaños número seis de Sofía y la próxima fiesta para celebrar el cumpleaños once de los gemelos, me sorprende que a Hannah no se le haya adelantado el parto.Después de la reciente muerte de mi madre, decidimos que si era otra niña, le pondríamos Diana, pero si es niño se llamará Sebastian. No puedo decir que no me duele, los meses han pasado lentamente y la sigo recordando con cariño, extrañándola demasiado, sin embargo el nacimiento de una nueva vida sin duda es motivo para alegrarme.—No m
Último capítulo