SARA BLACKSTONE
Estaba sentada en la sala de espera.
Mi corazón latía con fuerza. Tenía las manos heladas, la garganta cerrada. Estaba asustada… terriblemente asustada.
No quería perder a Valerio.
No podía seguir negándolo: ese hombre se había metido en mi corazón.
Jacke y Alessandro no me dejaban sola; uno a cada lado, atentos, intentando calmarme sin saber cómo.
Por un lado, tenía la alegría más grande de mi vida: mis trillizos habían llegado al mundo. Era abuela.
Y por otro, el miedo más profundo: la posibilidad de perder al hombre que me había salvado la vida.
De pronto, la puerta del quirófano se abrió y una voz resonó en el pasillo.
—¿Los familiares de Valerio Visconti?
—Aquí —respondí, poniéndome de pie como un resorte.
El médico se acercó con el rostro cansado, la bata manchada de sangre.
—Pudimos extraer las tres balas. El hombre sobrevivió a la cirugía, pero las horas que siguen serán críticas. Está vivo, pero grave.
—Dios mío… —susurré—. ¿Puedo verlo?
—Cuando lo pasemos a c