Mundo ficciónIniciar sesiónJACKELINE
La casa por fin estaba en calma. Los ecos de los gritos, de los disparos y de las guerras que parecían no tener fin se habían apagado, al menos por un rato. Dalia dormía abrazada a Adriano, por fin con un suspiro de paz. Y eso, de algún modo, me tranquilizó a mí también.
Empujé la puerta de nuestra habitación, y allí estaba él: Alessandro.
Se quitaba la polera lentamente, con la calma de un depredador que sabe que nadie puede desafiarlo. El tatuaje que cruzaba su torso brilló bajo la luz tenue de la lámpara. Su cuerpo era pura fuerza, pura vida marcada por cicatrices, y aun así lo que más me atrapaba era la forma en que me miraba: como si yo fuera su ú







