VALERIO
Hace días Dalia que había pedido a Adriano salir al centro comercial y eso nos dio una idea, habíamos notado que Isandro vigilaba la casa, que mejor que hacer como que nuestras mujeres salían. En la mansión, después de que se fueran los autos, Sara estaba frente a mí.
—Amor, por favor, ten cuidado. Tengo miedo, no quiero que nada malo te pase.
Toqué el rostro de mi dulce ángel.
—Tranquila, mi ángel. Isandro es un cobarde que se refugia en su dinero. Jamás ha levantado un arma, muy diferente a mí, que me crié entre entrenamiento de armas y lucha. No podrá hacerme nada. Además, llevaré a Alessandro.
Sara miró a Alessandro, que se despedía de Jacke. Esa pequeña mujer se le pegaba como un mono araña, haciéndome reír. Frente a él estaba Adriano sentado en el sofá, con Dalia en sus piernas diciéndole algo que la hacía sonreír, los trillizos durmiendo plácidamente en su coche, mientras Gael y Enzo los miraban.
—Ese debería haberse llamado Gael, ¡yo soy el padrino! —dijo Gael refunfuñ