—Entonces, cuñada, ¿cómo está siendo la vida de madre? Sin duda, se te ve bastante bien.

—Es una vida muy activa—dice Chiara, mirando los botones abiertos de la camisa de su cuñado, tan solo el lugar llamó su atención.

—Vamos al comedor—interrumpe Davide, sin tiempo a que Nico y Chiara hablen nada. Por alguna razón, no le gustaba que su coqueto, chistoso y atrevido hermano esté cerca de su esposa.

A medida que todos se dirigen al comedor, la atmósfera se llena de una mezcla de silencio y tensión apenas velada.

Davide, tomando la mano de Chiara con un gesto de posesión y afecto, la guía a la mesa donde se dispone una cena que promete ser tan exquisita en sabor como en presentación.

La mesa está adornada con elegancia, las botellas de vino, incluida la que trajo Nico, destacan prometiendo complementar los platos a servir.

Nico, siempre el galante, se adelanta para ayudar a Chiara a acomodarse en su silla, su mirada fija en ella un poco más de lo socialmente esperado. Chiara le ofrece un