La Hermana que Recuerda Distinto.
No fue una conversación planeada, eso fue lo que la volvió peligrosa.
Nora estaba sentada en el piso del living, jugando con Noah, armando una torre absurda con bloques que no encajaban entre sí.
No intentaba corregirlo, no ordenaba, no sugería, solo seguía su ritmo. Yo los observaba desde la cocina, con una taza de café que ya se había enfriado, pensando en cuántas veces había intervenido yo en juegos así sin darme cuenta.
—Mami, mira —dijo Noah—. Esta casa se cae.
—Todas se caen —respondió Nora—. La gracia es ver cuánto duran.
Noah rió. Una risa breve, real, no de esas que aparecen para tranquilizar a los adultos.
Algo en mi pecho se aflojó… y al mismo tiempo, algo más se tensó.
Nora levantó la vista y me miró. No sonrió.
—¿Quieres contarme qué está pasando? —preguntó.
No dijo “si quieres”, no dijo “cuando puedas”, no dijo “si te sientes cómoda”, lo dijo como quien señala una puerta que ya está abierta.
Me senté en el sillón, Noah siguió jugando.
No nos prestaba atención directa, pe