25. Jamás la dejaré ir
Lorenzo
La alegría que siento en este momento es indescriptible. Esto… esto es lo que anhelé desde que puse un pie en este país. Ahora estoy casado con la mujer que amo. O eso creo. Porque su rechazo constante me obligó a tomar medidas drásticas, a doblegarla. Pero ya no importa: ella es mía. Y pronto ese imbécil de Víktor se casará con la hija del Duque. Una jugada maestra a mi favor.
La ceremonia terminó y la cena fue todo un espectáculo para mis invitados. Vi cómo todos la recibían con sonrisas y palabras dulces, mientras ella intentaba sostener una expresión agradable. Una sonrisa falsa, claro, pero suficiente para mantener las apariencias. Mejor que lo haga, porque sabe lo que le espera si me humilla frente a los demás.
Tras la armoniosa velada, llegó el momento del baile. La tomé entre mis brazos, y mientras girábamos en medio del salón, escuché los murmullos de algunos. Comentarios al oído, miradas curiosas… ¡impertinentes! Me limité a sonreír, pero en mi mente ya los había sen