Al no encontrar respuesta, Henry abrió la puerta de una y entró, encontrándose el baño vacío.
Un sentimiento de urgencia prendió la alarma en su corazón.
¡No debió de haber perdido a Eva, ni un segundo de su vista!, más aún sabiendo de todos los siniestros planes que se preparaban esta noche.
Henry salió del baño como un loco, dispuesto a detener la celebración si era necesario, pero su mujer tenía que aparecer sana y salva.
— Henry – la voz de George lo detuvo cuando caminaba por el pasillo buscando a Leroy.
— George, ¿has visto a Eva? – se giró y le preguntó con voz apremiante.
— Tranquilo hombre, está con Helen, parece que se sentía mal y Helen la llevó a su habitación
Lo tranquilizó, pero Henry igual ni escuchó sus palabras y caminó deprisa hacia la habitación de invitada de Helen, en el primer piso.
La hermana de Eva preferiría vivir en la mansión nueva que ellos compraron en la ciudad y no estar en el medio de todo el drama familiar que vivían los verdaderos Edwards con los fals